domingo, 20 de noviembre de 2011

II Ruth


             …Y una mañana descubrí que a veces gana, el que pierde a una mujer. ¡¿Bailas?!”.
                                                                                                                  Joaquín Sabina.




Enigmática, progresista, feminista por encima de todo, con estos epítetos se caracteriza a esta cordobesa, que al aparecer en mi corta lista de amistades, podría considerarse “isleña naturalizada”.
Tantos años lleva en la Isla que pasa como una más. ¡Hasta por su acento y andar! Componentes que caracterizan a las mujeres de por aquí.

Si tuviera que buscar alguna diferencia entre mi amiga y nosotras, sin dudar un instante afirmo que Ruth, es una mujer total y radicalmente liberada. Tan independiente, que en no pocas ocasiones logra horrorizarme con sus actos.

Así de libre es esta mujer de pequeña talla, inmenso corazón y profunda convicción de su libertad tanto física como espiritual.

No tengo claridad de cuándo “se nos coló”, pero me sé de memoria la historia del cómo, y del por qué.

Narra que su tierra le quedaba pequeña. Le sobraron sus 18 años, para sentirse “fuera de grupo”, yo diría mejor “fuera de liga”.

No encontraba espacio entre los amigos, no le atraían los hombres en el sexo. Vagaba. Tan solo eso.

Lo que le fastidiaba en esos años, era su total conciencia de estar desaprovechando el dinero de sus padres, empeñados por pagarle estudios de Antropología. Convencidos de que conocer física y moralmente al ser humano, sería el destino de su hija.

Este mapa curricular no interesó para nada a Ruth.

Decidió extraerle a la historia, datos personales de alguna gran mujer con la que asociar su YO interior. Se sabía disímil, y por ello estaba negada a convivir entre sus semejantes, como una más.

El mundo sería su escuela, las mujeres sus maestras.

No la imagino con esa edad. Tampoco creo que fuese físicamente diferente al día en que la conocí, tres décadas después. Han cambiado solo sus códigos morales.

Pequeña, de grandes ojos negros, escondidos entre sus muchas pestañas y copiosas cejas. Gruesos labios, de esos que las muchachas de hoy fingen con silicona.

Piernas, que hacen honor a sus orígenes andaluces, en los que estoy segura algún ancestro gitano, reina en cabeza de cabellos negros  brillantes.

Más, en tan exótica belleza ibérica, lo que más gusta a quienes la rodeamos, es su sonrisa.

Amplia, franca, sonora. Sincera y contagiosa. Porque a Ruth nada la entristece ni le ocupa por más de unos pocos segundos.

De todo aprende y de todo ríe. Hasta de la muerte.

El salto peculiar se inicia,  cuando decidió salir con un mexicano estudiante de Pintura en su ciudad. Este noviazgo le hizo saltar a los anales de la Facultad de Historia, en su Córdoba natal.

Sobran los matices.

Más de un año no duró la relación, pero a ella le fue suficiente. Como secuela llegó al encuentro de la mujer que la “embrujó”. La atormentada y sexual Frida Khalo.

Frida encabezó su lista de mujeres cumbres. Esa gran colección de imágenes que adornan el Café de Ruth.

Hace poco dijo que intenta cerrarla con Lesbia, por la inmensa capacidad que para perdonar tiene nuestra nueva amiga.

¡Si tendrá guasa nuestra Ruth para sacar provecho a todo!

Fue Frida quien le enseñó a hacer el amor de una manera más libre, sin distinciones de color, sexo, mucho menos perder tiempo en búsqueda de información privada.

En su cabeza sembró su propia  interpretación de la biografía, que le brindó el cantaor Pedro Guerra sobre los amores de Frida.

Tarareando las letras de esta balada, enamoró a Kristela, una haitiana compañera de estudios a quien dejó por una ucraniana, vendedora de frutas en las playas de Conill.

En este poblado cimentado a orillas de un frío mar,  cuyas olas apetecen tocar las puertas de sus blancas casas, coronadas de tejas rojas, conoció Ruth a Blas.

Único amor de Ruth diferente a los demás. Blas es homosexual y esa condición atrapó a nuestra amiga. Según dice es el amor que más ha disfrutado. Del que aprendió, cuanto llego a saber en materia sexual.

Hay que escucharla y verla. Saborearla ron de por medio contando las historias que vivió con Blas, se pierde una entre besos y coito en los sitios más insospechados del cuerpo humano. 

La cuenta va de erección entre axilas, hasta jugar para alcanzar virilidad, con los cabellos de sus cabezas.

Una locura.

Hastiada de tanto placer diferente, el embrujo del mar en Conill, le puso una mañana de poco sol ante Francisco, quien la trajo a esta geografía.

 Bendita llegada suya a esta isla nuestra, llena de cocoteros y palmas en la que el Sol, Astro que mi amiga venera, se pierde más allá de las once de la noche y en la que el parecido a Conill, la atrapó.

Dice Ruth que somos duros, rudos, y que por ello no puede explicarse la naturaleza servil de nosotras, las isleñas.

Es que en la Isla cada edificio se erige sobre los arrecifes que nos rodean. Quizás de ahí nos venga la rudeza.

Sin embargo la nostalgia por el ver más allá del horizonte que nos ofrece el infinito mar, al mismo tiempo, nos hace melancólicos.

Puede ser este el secreto de la mezcla, con la que nos caracteriza la andaluza. Tan rudas, al mismo tiempo que frágiles.

Entre nosotros selló sus aficiones, coleccionar biografías de grandes mujeres, y ser radicalmente diferente de sus semejantes.

Aquí saboreo las historias personales de Isabel Allende, Carilda Oliver, Rita Montaner, Dulce María Loynaz, Maris Bustamante, Tina Modotti, María Felix, María callas,  Marilyn Monroe, Coco Chanel, George Sand.

Muchas más.

Aquí asesinó a Francisco por traicionarla con Blas, cumplió sin angustias su condena y al salir regenta este maravilloso bar, al que nos hemos habituado ya, mujeres solas.

Seamos iguales o diferentes; pequeñas o grandes; rudas o frágiles; homogéneas o promiscuas, famosas o no. Mujeres de carne y hueso que a fin de cuentas, hemos sido su única debilidad y su eterno castigo.

Siempre que observo su colección de fotografías, pienso que falta tan solo, su propia imagen.

1 comentario:

  1. Vaya, Mila, esto será una novela? por que me fascina, vas atrapándome tal como lo hizo Bitácoras, me gusta, me gusta conocer hoy un poco mas de Ruth, yo también amo a Frida.

    Voy leyendo, besos, preciosa

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